Vida de San Martín obispo

San Martín y el mendigo, pintado por El Greco en 1597
San Martín y el mendigo, pintado por El Greco en 1597

Nacido en Panonia, de padres gentiles, siendo soldado en las Galias y aún catecúmeno, cubrió con su manto a Cristo en la persona de un pobre, y luego, recibido el bautismo, dejó las armas e hizo vida monástica en un cenobio fundado por él mismo en Ligugé bajo la dirección de San Hilario de Poitiers. Después, ordenado sacerdote y elegido obispo de Tours. Se le considera el primer santo no mártir con fiesta litúrgica.

Nació en Savaria de Panonia, en la actual Hungría. Sus padres eran paganos y, concretamente, su padre era un oficial del ejército, por lo que al ser hijo de un veterano, a los quince años, tuvo que alistarse en el ejército contra su voluntad.

Cuando se hallaba acuartelado en Amiens, tuvo lugar el incidente que ha hecho tan famoso al santo en la historia. Un día de un invierno muy crudo, se encontró en la puerta de la ciudad con un pobre hombre casi desnudo, y viendo Martín que temblaba de frío, pensó que Dios le ofrecía la oportunidad de socorrerle; pero, como lo único que llevaba eran sus armas y su uniforme, sacó su espada, partió su manto en dos y regaló una de las mitades al mendigo. Esa noche, Martín vio en sueños a Jesucristo vestido con el trozo del manto que había regalado al mendigo y oyó que le decía: «Martín, aunque sólo eres catecúmeno, me cubriste con tu manto».

Después de la invasión de los bárbaros, cuando se presentó ante  su general con sus compañeros para recibir su parte del botín, se negó a aceptarla y le dijo: “Hasta ahora te he servido como soldado. Déjame en adelante servir a Jesucristo. Reparte el botín entre los que van a seguir luchando; yo soy soldado de Jesucristo y no me es lícito combatir”. El general no le permitió darse de baja hasta que acabó la guerra.

Al finalizar la guerra se dirigió a Poitiers, donde San Hilario era obispo, el cual lo recibió como discípulo y se encargó de instruirlo.

Como Martín se sintió llamado a la soledad, a la oración y a la meditación, San Hilario le cedió unas tierras en el actual Ligugé. Pronto fueron a reunirse con él otros ermitaños. La comunidad (según la tradición, fue la primera comunidad monástica de Francia) se convirtió, con el tiempo, en un gran monasterio que existió hasta 1607. San Martín pasó allí diez años, dirigiendo a sus discípulos y predicando en la región, donde se le atribuyeron muchos milagros. En cierta ocasión le preguntaron cuál había sido profesión y él contestó: “fui soldado por obligación y por deber, y monje por inclinación y para salvar mi alma”.

Hacía el año 371, los habitantes de Tours decidieron elegirle obispo. Como él se negase a aceptar el cargo, los habitantes de Tours le llamaron con el pretexto de que fuese a asistir a un enfermo y aprovecharon la ocasión para llevarle por la fuerza a la iglesia.

Icono ortodoxo de San Martín de Tours.
Icono ortodoxo de San Martín de Tours.

San Martín siguió viviendo como hasta entonces, pero esta vez en la abadía de Marmoutier, donde poco a poco fueron a reunirse con él más de ochenta monjes. Un día, un excompañero de armas lo criticó diciendo que era un cobarde por haberse retirado a lo que el santo contesto: “Con la espada podía vencer a los enemigos materiales. Con la cruz estoy derrotando a los enemigos espirituales”.

Durante su estancia en Marmoutier se dedicó a luchar contra el paganismo, destruyendo muchos templos, estatuas y todo signo relacionado con los paganos.

En cierta ocasión, después de demoler un templo, mandó derribar también un árbol que se encontraba junto a él. El sumo sacerdote y otros paganos aceptaron derribarlo por sí mismos, con la condición de que el santo aceptase colocarse junto al árbol en el sitio que ellos determinasen. Martín accedió y los paganos le ataron al tronco. Cuando estaba a punto de caer sobre él, el santo hizo la señal de la cruz y el tronco se desvió. Durante muchos años San Martín realizó numerosos milagros y conversiones allí donde se encontraba.

El santo tuvo una revelación acerca de su muerte y la predijo a sus discípulos, los cuales le rogaron que no los abandonase. Entonces él dirigiéndose al Dios dijo: “Señor, si tu pueblo me necesita todavía, estoy dispuesto a seguir trabajando. Que se haga tu voluntad”. Murió el 8 de noviembre del año 397.

El medio manto que San Martín poseyó fue guardado en una urna y se construyó un pequeño santuario para guardar esa reliquia. Como en latín para decir medio manto se dice capilla, la gente decía: “vamos a orar donde está la capilla”, y de ahí viene el nombre de capilla, que se da hoy a los pequeños salones donde se acude a rezar.

Fuente: El testigo fiel

BIBLIOGRAFÍA

Vida de San Martín de Tours de Sulpicio Severo

San Martín de Tours de Régine Pernoud