La última semana de agosto un grupo de 14 jóvenes acompañados por el párroco tuvieron la oportunidad de disfrutar de la peregrinación de fin de curso de Savaria, el grupo de jóvenes de San Martín. En la peregrinación, bautizada como «En Compañía de los Santos» recorrieron parte de Navarra y País Vasco para conocer de cerca las figuras de San Francisco Javier, San Ignacio de Loyola y la Virgen María. Aquí la crónica:
La peregrinación arrancó el lunes 25 en la plaza de la Reina. De allí a la primera parada, que fue en Tudela, donde pudimos conocer la Catedral y el Museo del Palacio Decanal. El destino de esta primera parte de la peregrinación era Pamplona. Allí nos alojamos en la residencia de María Inmaculada y celebramos la eucaristía en la capilla del Santísimo en la Catedral donde se nos invitó «a poner sus proyectos y los de todos los jóvenes de la parroquia en manos del Señor». El día finalizó por un paseo por el centro de Pamplona.
El segundo día arrancó con el rezo de laudes y la catequesis de San Francisco Javier, en la que se presentó la figura de este misionero que dio su vida por la evangelización. Se invitó a reflexionar sobre en qué cosas se buscaba la felicidad. Durante la mañana visitamos el castillo de Javier, lugar en el que vivió hasta los 18 años el santo y celebramos la eucaristía en la parroquia donde está la pila bautismal de Francisco. Tras una «comida interesante» visitamos Sos del Rey Católico y la Iglesia de San Martín de Unx, dedicada a nuestro santo titular. El día finalizó con un tapeo por Pamplona.
El miércoles fue el día del madrugón. A las 7 y media todos en pie para poder participar en la misa conventual del Monasterio de Leyre que era a las 9. Tras la misa pudimos visitar la iglesia y la cripta del monasterio. También escuchamos una catequesis que nos hizo reflexionar sobre cómo encontrar la felicidad. Se nos invitó a saber que es feliz «el que hace la voluntad del Señor aunque existan sufrimiento y cosas que no se entiendan». Este mismo día disfrutamos de la naturaleza en la Foz de Lumbier y del Valle del Roncal, donde nos bañamos en la presa del río Esca. De ahí partimos al albergue de Alsasua donde nos alojamos. Rezamos las completas en la ermita del Cristo de Otadia.
El jueves y con el tiempo lluvioso partimos tras los laudes a Loyola, donde tuvimos el privilegio de además de conocer la casa natal de san Ignacio, de celebrar la eucaristía en la capilla de la Conversión, que se sitúa en la habitación donde el santo convaleciente se convirtió. Una eucaristía entrañable que nos hizo fijarnos en como el Señor cuando menos te lo esperas se hace presente en tu vida. Por la tarde en el Centro de Espiritualidad celebramos una penitencial y recibimos una catequesis sobre el santo en la que se nos invitó a dejarnos sorprender por el Señor y a ser como los santos, que perseveraban y se fiaban del Señor.
El viernes tuvimos la ocasión de conocer la figura de María visitando el santuario de Aranzázu. Allí con la eucaristía y una catequesis posterior descubrimos como María se hace presentes en nuestra vida y quiere que estemos alegres. Tras visitar Oñate partimos a nuestro último destino: San Sebastián.
En San Sebastián visitamos la ciudad y disfrutamos de la playa. También allí compartimos las experiencias en las que se hizo patente cómo el Señor se había hecho presente durante la semana y nos invitaba a no dejarle en el día a día. La peregrinación finalizó con la eucaristía en la catedral del Buen Pastor.
En resumen, una gran experiencia para todos los que la hemos vivido y en la que el Señor nos ha dado una palabra para que no caiga en saco roto sino dé sus frutos. Todo acompañado de anécdotas inolvidables y ratos de convivencia muy divertidos. Atrás han quedado muchas cosas pero delante queda el compromiso de fiarse del Señor, tal y como hicieron los santos.